DERECHA VS ULTRADERECHA

 

Esta relación ideológica de radicalización, no de oposición y que tiene dividida a Colombia, es un fenómeno global, que empieza a desplazar la bipolaridad derecha-izquierda derivada de la guerra fría. Esta reiteración preocupante, por la degradación que implica su discurso, que jalona lo peor revestido de falso patriotismo, evidencia una profunda crisis de la izquierda, que partiendo de su modelo clásico (Marxista Leninista), no logra ser y actuar como una alternativa real a la derecha.


La izquierda surge, tiene su sentido y razón, como oposición a un poder absoluto; pero cuando un régimen de izquierda se torna totalitario, se convierte en lo que quiere evitar, el poder absoluto; entonces ocurre un evento lógico, cambia su lateralidad ideológica y se pervierte en ultraderecha encubierta, enmascarada de izquierda. Aquí el siguiente juicio de José Saramago cobra todo su densidad: “izquierda que no respeta los derechos humanos no es izquierda” y aún más caustico…”Antes nos gustaba decir que la derecha es estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda”


Emular los mismos métodos represivos, la anulación del contrario hasta el partido único y el poder monolítico, recurrir a la retórica del autoengaño propio de las religiones: el fervor revolucionario; todo esto hace inoperante toda ética aplicada a la política y nubla hasta anular la objetividad propia del desarrollo de la economía. Este síndrome condujo al colapso a la URSS, un régimen duro pero frágil cuya columna vertebral, el estalinismo, no fue otra cosa que una forma de derecha brutal.


Deng Xiaoping salvo al régimen comunista de China, del mismo destino soviético, abriendo la economía al capital, a la economía de mercado. Esto a un precio muy alto: aplastar a su pueblo estudiantil en la masacre de la plaza de Tiananmén. Esta inusitada emulsión ideológica, que reprime con la izquierda y maneja el capital con la derecha, es eso: una forma de ultraderecha enmascarada y escenificada en el mejor teatro chino.


Y qué decir de las versiones satelitales latinoamericanas: El Partido de los Trabajadores se comió la manzana de la corrupción, perdió toda credibilidad, la promisoria izquierda brasileña se desconfiguró y Dilma Rouseeff pagó los platos rotos. Cuba prefiere hacer las paces con su ultra-enemigo que con sus disidentes internos… En Nicaragua, Ortega se convierte en otro Somoza. ¿En nombre de qué izquierda?... Venezuela, con una de las mayores reservas de petróleo, es una isla tragicómica donde dos derechas se insultan mientras el hambre acecha y hasta el hermano del venerado Hugo Chávez muere por falta de un antibiótico.


La senda proporcionada y con sentido está en el cono sur y el faro es José Mujica, quien como mandatario de izquierda democrática, redefinió el gastado término revolucionario: revolucionario es definirse claramente como no creyente, revolucionario es el derecho al aborto, revolucionario es promover y comenzar la legalización de las drogas, revolucionario es no pretender eternizarse en el poder, siendo esto la tendencia…revolucionario es no reproducir un modelo caduco, revolucionario es la lucidez entre tanta insensatez.


Para que la derecha no sea hegemónica y no derive en un extremo lesivo, requiere de un oponente valido, que defienda lo humano…el capital humano ante el capital, que no se rinda a un poder ideológico autista, sin justificación objetiva y que da la espalda a los derechos. Este es el reto de la izquierda contemporánea, reinventarse, pues su modelo categórico fracasó. Rehacerse alrededor de una síntesis como el Frente Amplio o darle un nuevo aire a la Socialdemocracia; conveniente es olvidar el hito utópico comunista, pues solo es posible por la fuerza, el militarismo y los modos y acciones propios del fascismo y la ultraderecha. Lo humano es diverso y cambiante, en continua gestación transformadora.


La igualdad por decreto crea dos niveles: el del controlador que se pretende imponer y el del sometido.