1985-1987

 

BREVES HISTORIAS DE AMOR Y MUERTE ANTE EL ESPEJO
1985 - Galería DINERS - Bogotá. Colombia


“Y con toda su fuerza le hirió dos veces en el cuello,
cortándole la cabeza”.
Judit 13-8

Como si los días de esplendor no hubieran existido, los recuerdos se confunden en la niebla, los pasos no reconocen el camino. Como un animal miope me estrello contra el muro.

En las noches apacibles consigo dormir, entonces sueño la Batalla :
La crueldad esta de nuevo de mi lado, los cuerpos caen desgajados por mi espada, muerdo la carne de mis enemigos y su sangre es dulce como la venganza...Otra vez aquí, con mi cuerpo tenso, las mandíbulas apretadas y los ojos asombrados por la visión. La algarabía, las voces afuera me han despertado. No cesan de culparme...La última vez, un cuerpo como la luz logré detener en su huida:

 

Sus ojos me temían con ternura

Su boca se hirió con la mía hasta sangrar

Bebí su sabor hasta el amanecer

Cabalgué por lugares desconocidos

Oí su grito antiguo

Sus lágrimas fueron copiosas

La lluvia sobre el rostro me devolvió la confianza.

 

Luego la maté para que no sufriera, por esto me culpan, solo sé que no me entienden...si mi cabeza rodara...yo descansaría.

Los ojos fijos, los pasos lentos y acompasados buscan la forma, la clave: que la vida se acerque de nuevo. Que se detenga el tren hacia el abismo. Que el tiempo sea el Tiempo del principio, el primer momento.


Gilberto Cerón

 

 

 

LA OBRA RECIENTE DE GILBERTO CERÓN
1986 - Galería de arte ESPACIOS   - Cali. Colombia



 
Para Cerón un romántico irreductible, el arte y la vida son sinónimos.
Y, así, la vida, el hombre inserto en ella, su protagonista, él, individuo, relacionándose con su entorno, encontrándose, definiéndose.
En principio el hombre observa el paisaje. Grandes fragmentos de naturaleza reverenciada por un color muy rico, por sutiles transparencias, por el espacio abierto y lírico. Si existían alusiones a   la figura humana, esta se hallaba inserta y mimetizada dentro de los muros pétreos que tampoco rompían la composición, sino que se integraban a todo lo pictórico.
 

Pero Cerón iba tras el hombre, más decididamente, más comprometido con su destino. Surgieron los cuerpos femeninos en estancias intimistas, con una gran carga de erotismo en su atmósfera, con muebles, catres, ventanas y uno que otro objeto. El hombre mira el paisaje, pero a la ves es mirado por él. Ese exterior   -cielo, montaña, valle, verdor- irrumpe como testigo y observador del amor.

La pintura, antes muy elaborada y minuciosa, va dando paso a una forma de lenguaje claramente expresionista. La maestría no se pierde. Se apoya en parámetros esenciales y renuncia a lo aleatorio y al regodeo y regusto de la etapa anterior. Surgen los pasteles, los pequeños y medianos formatos. El deseo, la intrigante ambigüedad subterránea del erotismo, son la carga, la fuerza inquietante de estos rituales que se cubren o encubren entre la volátil piel del pastel, colmándose de frescura y de una carga poderosa de energía.

Cerón se ha comprometido con el erotismo. Esta es su razón esencial, la del amor, este es su territorio. Desde allí avanza y define sus pasos.
Un romántico comprometido con la vida y también con la muerte. A esta perentoria responde con sus cuadros cerrados como cofres, pequeños interiores ricos en simbolismo, la intimidad recobrada, preservada y expuesta a la vez. El color sigue su camino de grandes aciertos. Se trabaja con materiales muy propios, buscando el idioma que lo designa. El artista se apoya en el oficio, pero se sirve de él no le sirve a éste. Una poética erótica que rescata y concilia al hombre, ese eterno objeto del deseo.

GLORIA INÉS   DAZA

 

 

-1986 noviembre 2   MAGAZIN DOMINICAL –EL ESPECTADOR


Cerón en Galería Espacios de Cali
CON EL OJO EN LA CERRADURA

Voyerista de sí mismo, volcado hacia el adentro, pero también con una sensualidad hacia formas del afuera, Gilberto Cerón logra una alta tensión entre lo figurativo y lo abstracto, aunque   (gajes del señor worringer ) todo sea figuración, aun en el orden de las abstracciones.
Una poética hay en Cerón que instaura un dialogo entre   los espacios exteriores y un intimismo que disecciona la luz. Un pasar por el ojo de la cerradura, esa especie de desbande de colores que dicta un entorno orgánico, visceral, he ahí el origen de la estética en la que Cerón se adentra cada vez más, como un expedicionario de si mismo.
 
Fragmentos del paisaje corporal aunando a un devenir de la luz que recuerda la sentencia de Leonardo: “cierra el ojo y mira; lo que viste antes ya no existe; y lo que veras luego no existe todavía ” . Así ocurre   en la obra reciente de este joven poeta-pintor: hay un parpadeo, un soslayo espacio entre lo que existe y lo que aún no ha entrado en la mirada.
Las dos series que cuelga en la Galería Espacios (Tumbas para Querubines y Breves Historias de Amor y Muerte ante el Espejo) establecen dos estadios de su concepción estética; por un lado el carácter lírico de sus tumbas, y por el otro, una suerte de narraciones episódicas frente a un espejo, esta vez un espejo dubitativo que pareciera reflexionar antes de devolver sus imágenes, pues no se trata de un trasunto exacto de la realidad, sino, como en el mejor arte, un deformado espejo que no esta dispuesto a reproducir domésticamente lo ya visto.
 

Hay aquí ocultas grafías, un silabario hecho con la misma materia de la ensoñación, un tramado de trazos más pensantes que pensados.

JUAN MANUEL ROCA

 

 

 

 

-1987   ARTICULO PUBLICADO. EL TIEMPO

GILBERTO CERÓN
Pincel de amor y muerte

 

La casa de Gilberto Cerón está pintada de amor y muerte. Paredes blancas, abiertas, sin limitaciones, con frisos, dinteles y puertas rojas. Como lienzos donde se ha tenido una línea de sangre. Como un rastro que el pintor cada día recorre dejando la sangre misma –forma orgánica por excelencia-, que impregna toda su producción plástica conocida y su creación íntima, particular compañera de su vivir entre el amor y la muerte.

El sentido

Una profunda sensibilidad orgánica está expuesta permanentemente en sus tintas, óleos, ceras y acrílicos sobre lienzo, entretela (el popular interlock ), marmolina, yeso, también sobre tabla, piedra o papel mantequilla o periódico…elementos que facilitan el carácter matérico de su trabajo, sin que por ello sea el acento final de su creación.

   
Gilberto Cerón se lanza a encontrar en el material una respuesta. Y a fe que la obtiene. En el ataque frontal a la sustancia transcribe el caudal expresivo que bulle en su interior. Por esto surge de la materia el aliento del dolor, el espasmo de la mancha porque el artista está volcando un mundo oculto, inmerso en el espanto de las sombras, vital y orgánico. A ese horizonte solo llega la luz íntima, por eso el drama ya no es el día ola noche, sino estar disponible para sentir. “A veces me imagino el cuerpo bajo tierra, pudriéndose. Su proceso es hermoso, también patético, dramático, pero al fin de cuentas hermosísimo. Yo prefiero imaginarlo como petrificado, como que se ha contenido y ha dejado su huella que se confunde con la piedra, la tierra y la sangre. Es una fantasía. Como si viéramos la tierra llena de organismos, de cosas sugerentes, inquietantes, agresivas…mutiladas”, escribe Cerón.
 

Creación adentro

Los paisajes de Gilberto Cerón, obras de gran formato donde prácticamente vemos al pintor batirse de cuerpo entero con el caos para articular ese nuevo equilibrio que es el cuadro, se integran formas orgánicas, geométricas y abstractas que remiten a planos donde el panorama –sabe a mirada interior-. Más que una temática resultan ser la evidencia de una emoción que penetra hasta sus propias venas, seguramente corruptas por el veneno de Magritte y la ponzoña de Borges antes de la mayoría de edad.  

 

Los paisajes también vienen desde el escondite de su alma, donde se proyectan como metáforas del todo, en el espejo donde se encuentra a la vez el antes y el después, son como ventanas por las cuales se puede otear la distancia que nos separa de nosotros mismos, protagonistas   por fuerza de este crepitar de la vida que no se consume, sino que se transforma, que no se oculta sino que se revela.

Las obras de Gilberto Cerón despiertan la sensualidad del espectador, para que halle en los signos del empaste según sus palabras: “una escritura no sabida, un gesto conocido que olvidamos” o en el chorreado de la tinta la huella del animal herido, músculo, nervio y latido sorprendido en el espasmo del amor o de la muerte. Se baten con fiereza pasión, los colores en ese instante en que Cerón los conduce a iluminar las formas de su pintura actual: cercenadas, tajadas, como la cabeza de Holofernes rodando en la mano de Judith.

Tesoros mortales

La morada de Gilberto Cerón querría fotografiarla René Magritte . Su Bolivar eclesiástico, hombre de bombín, asiste a nuestra visita como una materialización del belga surrealista. Por eso quise referirme, como un capítulo aparte a la producción plástica que conforma su entorno vital: Entorno ritual. Esculturas inamovibles, totems colgantes, sof -escultura (escultura blanda), ventanas; obras residentes. El cacique móvil con penacho de bisutería, el hombre de la cruz lacerado por fetiches, la mujer que se odia, el dintel del más allá; son piezas creadas para permanecer allí. En ese lugar. Pero los sagrarios, el rostro del cíclope, la caja del tiempo, el cofre que guarda el pecado original, el monstro bello, el columpio de armiño, pueden ir a cualquier parte, o quedarse si lo prefieren, porque las innumerables más cosas que le rodean vienen de su interior, donde el todo es cualquier parte, donde se halla lo que se hace.

The End

Observo el espejo, como una posibilidad plástica de expresar el todo, presente en el trabajo pictórico de Gilberto Cerón. Reflejando paisajes de formas orgánicas, fragmentadas, geometrizadas, restos de batallas, retazos o las formas rotundas, delirantes de los protagonistas de estas historias que se han devorado –el happy ending .

Fue al salir de su estudio cuando encontré un final feliz a esta crónica, en la placa que señala su puerta y dice algo como:

“Se pintan escenas bucólicas, pastoriles o religiosas,

Se narran o protagonizan historias de amor,

Se hacen retratos de cuerpo entero

O el paisaje de su rostro –si lo prefiere-

Gilberto Cerón, pintor.”

Con el ojo abierto entre el sol y la luna, para soñar el amor y la muerte.

 

RODOLFO GUTIÉRREZ   GÓMEZ