Otra cosa es el despojo de su palabra. Y otra más los poemas que son admonitorios, con un sesgo de los signos de los libros proféticos, del juego de augur: “La aguja ha pinchado los ojos del sastre/ La peste caerá sobre todos los de su casa/ La cabeza de la quimera rueda entre las piedras”.
Palabras como heridas, como heridas que son dudas, como dudas que aumentan el número de los espejos donde se distorsiona la realidad.
Y si el hábitat de todo poeta es la palabra, qué mejor que esta doble habitación para oír los poemas de Gilberto: La de su voz, la de su casa.
JUAN MANUEL ROCA
-Bogotá abril 18/95- |